sábado, 10 de octubre de 2015

Caos

Lo triste de todo esto es que creo tener el poder de controlarlo todo, a veces pienso que con un poco de organización puedo manejar el tiempo y hacerlo mío, que puedo encauzar los ríos al mar que yo decida, me creo tan fuerte esta mentira que casi se convierte en verdad. Pero lo cierto es que cualquier mínimo cambio, hace descarrilar a cualquier gran plan. Y entonces todo se derrumba, empieza a caer, y todo lo que había preparado con tanto detalle empieza ser un enorme caos, que como ello implica, es un completo descontrol.

Y así vivo, en una constante batalla contra la desorganización, la locura y el desastre, haciendo de mí una perfecta caótica, con una delgada y falsa capa de orden.

Dicen que "el aleteo de las alas de una mariposa se puede sentir al otro lado del mundo", esta es una teoría que surge del propio caos, de lo incontrolable, que cada decisión puede arrastrar un mundo diferente, paralelo al que habías pensado. Es agobiante vivir con esta constante incertidumbre, de no saber realmente nada, de no tener ni la menor idea de lo que puede suceder en el futuro, de que una persona que está a miles de kilómetros, que quizás ni conoces, puede influir en toda tu vida. A lo mejor si él no hubiera perdido las llaves, podría haber salido antes, y haberte chocado con la persona que hoy podría ser tu confidente. Pero las perdió, y no te chocaste con nadie, pero en ese camino pensaste en lo maravilloso que es estar en una ciudad tan grande y pasear solo, aislado con tus pensamientos.  Y por eso brindo por el día que no nos conocimos, no porque me hubiera ido mal, o mejor, sino porque aprendí que cada paso hay que valorarlo, aprendí que en esas determinadas circunstancias, estoy yo, y que estoy por algo, y que por mucho que planee cada momento, todo dependerá del todo. Y así somos esas mariposas, en constante cambio, aleteando por todo el mundo, provocando el caos por dónde quiera que pasamos.

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