lunes, 16 de febrero de 2015

Deja de ser tú.

No sé si es que el mundo se ha vuelto loco y soy la única que se ha dado cuenta, no sé si es que me he vuelto loca y el mundo no quiere decírmelo, no sé si es la vida la que quiere mantenerme a raya, o si yo misma he decidido alejarme. Tampoco sé si es que los humanos se han tornado a tontos o soy yo la que no entiende, pero lo que sí sé, es que este juego dejó de tener sentido hace muchos años. Miradnos, ¿en qué nos hemos convertido?  No somos más que máquinas, que robots mal ajustados, pasados de vuelta. Me avergüenza nuestro futuro sobre la Tierra, pues no sé en qué momento hemos pasado a ser una generación de artistas, a ser una panda de políticos.

Hoy en día, no hay otro tema que se escuche en la calle que los robos de aquel, falsas promesas del otro, aumento de impuestos o vete tú a saber, yo ya hago oídos sordos. Lo que digo, es que mires dónde mires solo hay gente seria, triste, cansada, estresada, gente que llega tarde, que  no sabe ni dónde va o lo peor, que no sabe de dónde vienen; niños que juegan tras una pantalla, jóvenes que no saben qué hacen, adultos que no saben lo que han perdido y viejos arrepentidos de haber perdido la vida. ¿Qué nos pasa, mundo? Esto se nos está yendo de las manos. ¿Dónde está la esencia de la vida? Esa que alguna vez descubrimos a través de un cuadro, de un sonido, de una obra, de un cambio de rutina, de un euforia inexplicable, o de una risa sin motivo. Vivimos tan centrados en sacar una foto de lo genial que está siendo nuestro momento, que olvidamos el propio momento, vivimos para trabajar, y trabajamos para vivir, dormimos para soñar, y soñamos sin vivir, olvidamos los sentimientos, tan grandes como el amor, para no destacar y que nadie se de cuenta de nuestra locura. Eso, que somos máquinas, que son pocos los que se plantean su verdadero motivo para vivir y seguir adelante, la mayoría siguen el que creen que es su camino, junto a todos los demás. Aprovechamos sustancias tóxicas como el alcohol o las drogas para alucinar y dejarnos llevar, o utilizamos la excusa de las redes sociales para fingir una maravillosa vida, cosa que todos aspiran a tener, pero que nadie trata de buscar.

Siempre esperando el cambio, sin darnos cuenta de que el cambio somos nosotros.

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