sábado, 8 de agosto de 2015

Me olvidé de soñar

Me olvidé de soñar. Que alguien me recuerde cómo se hacía porque no me acuerdo. Es que me levanté una mañana y me di cuenta de que no sabía soñar, que era incapaz de perderme en mis mundos. ¿Queda alguien en este mundo que aún sepa soñar? Necesito ayuda, de verdad. 

No soñar es como morir lentamente, como si estuvieras toda tu vida agonizando, sin esperar que nada pase, sin que nada te sorprenda, sin dejar que la vida te regale tu momento, no soñar es como matar una estrella cada día; para que nos entendamos, es como si vivieras en una rutina de la que no puedes escapar. Un sueño es sinónimo de una ilusión. ¿Y qué es la vida sin ilusión? Pues eso, nada. 

Entonces, ¿cuento contigo para volver a soñar y de esa manera, empezar a vivir? Para empezar exijo soñar cada día, soñar cosas grandes, pequeñas, imposibles, verdaderas. Para continuar quiero soñar cosas que no voy cumplir, cosas que podré hacer cada día y cosas que pueda hacer una única vez. Me niego a pasar un solo día sin ilusión, un día en el que quedarme en la cama sea la opción más acertada. Y para terminar quiero que morirme sabiendo que he cumplido tantos sueños como los que nunca pude cumplir. Además quiero que mi herencia sea un legado de cosas sin terminar, pero que comenzaron siendo enormes sueños que otros deberán acabar. Por mí y por ellos mismos. 

¿Queda alguien en este mundo que aún sepa soñar? Necesito ayuda, de verdad.

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