martes, 24 de noviembre de 2015

Inrrealidad

Y termina la vida, la de él, la de ella, la del más allegado y la del más remoto lugar del mundo. Así es, acaba, y duele, porque es en ese momento cuando te das cuenta de que esa persona era parte de tu vida, y con ella, muere una gran parte de ti. Y lloras, no por la pérdida, que en realidad no lo es, porque no se pierde algo que no es tuyo, lloras porque hay algo que no muere: tú. Todos tus sentimientos hacia esa  persona quedan vivos, el cariño, la rabia, la culpa, la alegría, la nostalgia de aquel día y el deseo de mil más. Porque sí, esa persona se va pero todo lo que hay en ti no, y ¿qué se supone que vas a hacer con tanto amor sin repartir que llevaba una etiqueta con su nombre?


Hay un momento en el que la persona ya se ha ido, pero tú aún no lo sabes. Es a lo que yo llamo "inrrealidad". De alguna manera, esté o no esté, el hecho de creer que sí, te mantiene cuerdo, inconsciente de la realidad, lo que viene siendo la felicidad del ignorante, y ese momento, dure segundos, dure años, la persona sigue estando viva para ti. En ese momento "inrreal" tienes la esperanza más verdadera que existe, porque esperas con toda sinceridad ver de nuevo a esa persona, sin conciencia de que eso no pasará.

Y llega, inevitablemente, la noticia, tan de repente, tan sin avisar, tan sin llamar a la puerta, que parece imposible. Y a partir de ese momento, tienes toda una vida para negar lo más evidente. Para nosotros, animales diferenciados por sentimientos disfrazados de razón, es dura la lucha de afrontar algo tan grande como la muerte, por eso, te agarras al imposible, al viaje del que nunca vuelve, a las falsas teorías que montas en tu cabeza de dónde puede estar y buscar la venganza como medio para llenar un hueco que no se cerrará. Pero si con esto no es suficiente para no aceptar que se fue, todavía hay alguien que te suelta la maldita frase "siempre estará vivo en tu recuerdo". La forma más esperanzadora de joderte la vida, pues tienes que vivir con la enorme carga  de recordar a alguien que ya no está para que nunca muera.


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